Por las calles de La Habana,
bella capital cubana,
deambulaba mucha gente;
millonarios, indigentes,
lindos pollos perfumados,
viejas sucias, malolientes,
guagüeros mal educados,
comerciantes y clientes.
Pero pa' los habaneros
había ciertos caracteres
que nos traen a la memoria
gratos momentos de euforia.
Allá por Carlos Tercero
frente a Excelsior y El País,
frecuentaba un Caballero
que venía de París
y por la calle de Monte
y otras conocidas vías
por donde quiera veías
lo que decía Tacoronte.
Si sentadito a la mesa
de un aire libre del Prado
te pedían algo prestado
sin duda era la Marquesa.
Tenía el Palacio de Aldama
amplios y limpios portales
do daba saltos mortales
el popular Hombre Rana.
Allá en la esquina de Toyo
o en el camino al Diezmero,
te pasaban el sombrero
para el Artista Criollo.
Y allá por el Luyanó
donde fué a pasar un rato
el pobre Bigote 'e Gato,
con vidrio inglés se cortó.
Mientras tanto, en el Vedao
caminaba por Calzada
tarareando una tonada
el ilustre Juan Pescao.
A una guagua se subía
con su guitarra en la mano,
Juan Charrasqueado y ufano,
a cantarnos la emprendía.
Sé que dejo en el tintero
algún que otro caracter,
pero qué se le va hacer,
terminar ésto ya quiero.